23 de octubre de 2013

Yazd, una ciudad en medio del desierto.

Las 15 horas en autobús cruzando el desierto, nos dejan en Yazd, una ciudad inteligente, una lección de ecología. Situada en medio del desierto, donde en verano alcanzan temperaturas superiores a los 50 grados, la antigua ciudad es el perfecto ejemplo de cómo adaptarse al medio con un coste energético cero. Una ciudad construida con adobe, casas semienterradas en el suelo, con estrechos y sombríos callejones y con un ingenioso sistema de refrigeración, las torres del viento (badgirs). A modo de largas chimeneas, algunas de hasta 35 metros de altura, se alzan para captar el aire y dirigirlo hacia el interior de la vivienda; justo debajo de la entrada de aire, agua que actúa de refrigerador.

El agua, un bien escaso en el desierto, es captada de bolsas subterráneas y distribuida mediante un complicado sistema de canalización y almacenaje subterráneo, los Qanats, el más largo de 90 km y que abastecen toda las casas, jardines y mezquitas de la antigua ciudad. Casas de adobe que se articulan alrededor de un patio en cuyo centro, fuentes y pequeñas balsas refrescan el ambiente. Casas a las que para acceder había que utilizar un curioso sistema, unos picaportes que recuerdan los órganos sexuales, servían para identificar al que llama, hombre (picaporte alargado) o mujer (de forma ovalada); de esta forma, la persona del interior sabía si había de ir un hombre o una mujer para recibir al visitante. Era una sociedad donde se practicaba el Purdah (reclusión de las mujeres).

P.D. la cerveza es 0/0.







































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