Sakura, la fiesta de la primavera.

Tras nuestras vacaciones en las islas regresamos a Osaka, para continuar ruta.

Lo primero, recoger a Xavi en el aeropuerto, que nos acompañará durante tres semanas por el sur de Honshu, Shikoku y Kyushu.

Aprovechamos nuestros dias en Osaka, para tramitar el visado de Rusia y para validar nuestro JR rail pass, ya que si no es con este abono, los precios del transporte público son prohibitivos.

De no ser por que Osaka es la primera ciudad que vemos en Japón y somos fácilmente sorprendibles por la novedad, Osaka ofrece poco, un castillo y algún que otro museo.

Hacemos un poco de turismo callejeando por los barrios. Es una ciudad moderna cuyo centro poco se diferencia de otras ciudades asiáticas o europeas, las mismas aburridas tiendas de siempre. Lo que si se diferencia, son los barrios residenciales, igualitos a los que veíamos en la tele, en series como Mazinger Z, Shin Chan, Doraimon, etc.

Visitamos el castillo, muy bonito por fuera, pero por dentro carece totalmente de interés, ya que no conserva ningún elemento del antiguo castillo y el museo que contiene, alberga unas pocas piezas.

De lo que sí que hemos disfrutado es de la gastronomía, una cena en uno de los mejores restaurante de sushi. Espectacular como trabajan con las manos los deliciosos bocados, anguila, erizo de mar, calamar y el mejor atún rojo que hemos probado jamás. Y comiendo Takoyaki en la calle, buñuelos de col con huevo, pulpo y salsa. Y los famosos Udon, gruesos fideos de harina mezclados con una salsa de curry.

Matinal de metro (donde Mireia disfruta del vagón solo para mujeres) y tren, hasta 5 cambios de tren para salir de Osaka y llegar a Himeji, famosa por su castillo feudal. Desafortunadamente, está en reconstrucción y hemos tenido que conformarnos con el paseo por sus preciosos jardines que tienen más de mil cerezos en flor. Sakura!

Y al final de cada día, un buen baño caliente en un onsen para relajar nuestras piernas...

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