8 de junio de 2013

Llegando al lago Baikal, tercera etapa.

Otra vez en el tren, otra larga jornada de 18 horas, impuesta por la larga distancia que hay entre ciudades, 887 km. Entremedio extensiones interminables de taiga, salpicada por pequeños pueblos o asentamientos y estaciones logísticas de ferrocarril.
Cielos sobrecogedores a través de la ventana. En el interior del tren, de nuevo gente corriente que dormita en su compartimento, otros comen y algunos niños corretean por el pasillo. Desayuno a base de café y galletas y comida a base de salchichas, pepinillos y tomate, dormitando entre comidas, hasta llegar a nuestro destino, Sludyanka.
Un pequeño pueblo en la orilla sur del lago Baikal, donde pasamos un día. Casas de madera, algunas tiendas y algunos edificios de la epoca soviet donde las vacas pastan junto a los parques infantiles. Damos un agradable paseo hasta el lago y disfrutamos de un vaso de kbaz, una cerveza ligeramente fermentada hecha de pan. Pasamos la noche en un peculiar alojamiento, una sencilla habitación en un pequeño museo de geología.
Por la mañana seguimos y viajamos a la otra orilla del lago en un pequeño autobús, ya que el tren que circunvala esta parte del lago se ha convertido en un tren turístico de desorbitados precios.




























1 comentario:

ANTONIO RECIO ·no limpio pescado dijo...

Parece la Rusia de Cuéntame¡¡¡